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Estancia Viamonte lanzó una prueba piloto con burros protectores de ganado

Uno de los propietarios de estancia Viamonte detalló el proceso que los llevó a implementar burros para proteger el ganado ovino fundamentalmente, del ataque de los perros asilvestrados. Están realizando una prueba piloto con los primeros burros traídos a Tierra del Fuego, que son criados entre las ovejas y luego las protegen como si fueran parte de su manada. Se complementa la actividad con los perros pastores que ya llevan más de 6 años en la zona rural con buen resultado en la protección de ovinos y bovinos, y también son criados entre ovejas para que defiendan luego su territorio. Todo se viene realizando a pulmón ante la ausencia del Estado y de incentivos como ha tenido Chile para el desarrollo de la producción.

Río Grande.- Tomás Ayerza, uno de los propietarios de Estancia Viamonte, dialogó con Radio Universidad 93.5 y Diario Provincia 23 sobre toda una novedad para la zona, como lo constituye el arribo de burros a Tierra del Fuego para proteger el ganado ovino específicamente.

Aclaró que “no es la primera vez que hay burros en Tierra del Fuego porque la isla en sus comienzos se hizo a lomo de mula, así que para haber mulas tenía que haber burros y caballos. Después, por un tema de practicidad, se fueron dejando de lado los burros. En nuestro caso las majadas se vieron diezmadas, teníamos un piño muy grande y llegamos a tener 21 mil ovejas hace más de 15 años. Hoy contamos con 5.500 ovejas en total, y no podemos controlar para nada la depredación que hacen los perros asilvestrados, con las matanzas que hacen. Uno va probando distintas artes, desde el trampeo hasta la caza, y desde hace 6 años empezamos a traer perros protectores de ganado. La raza es de los Pirineos y los primeros que trajimos fueron de Chile, del lado de Puerto Natale. El perro no conoce alambres y, como tiene una gran afinidad con la oveja, donde ve una, va y se instala. Gracias a estos perros hoy todavía seguimos teniendo ganadería ovina en esta zona de la provincia”, aseguró.



“Hay que pensar que teníamos más de 500 mil ovejas hace 50 años y hoy tenemos menos de 300 mil en toda la provincia. Hay otra pérdida que no se cuantifica, que es la pérdida cultural. Son 100 años de familias enteras trabajando con ovejas, tenemos establecimientos preparados con sus galpones históricos, personal que ha trabajado únicamente con ovejas durante años, y todo este conocimiento se está perdiendo porque cada vez hay menos ovejeros. La calidad de la carne es única en el mundo y estamos perdiendo la batalla. Del Río Grande para el norte están las estancias más ovejeras, pero de Río Grande para el sur quedamos cuatro o cinco, protegiendo la línea de frontera para que no avancen los perros. Hay muchos ovejeros que han dejado la actividad para dedicarse a una nueva producción”, lamentó.

“El perro asilvestrado en su origen fue doméstico pero ya hoy nacen y se crían en el monte, no tienen necesidad de estar cerca de la gente y vuelven a su estado natural. Ya se han generado jaurías completamente asilvestradas. Tratar de agarrar a un perro es muy difícil, primero porque nos ven antes de que nos demos cuenta de que están, y nos escuchan mucho antes. Tienen todas las mañas del perro, van por la oveja, después corren al guanaco y terminan yendo por el vacuno. En realidad lo que están haciendo es cazar y divertirse. Van por lo que más corre y lo que más fácil les resulta. Hemos visto perros asilvestrados que exclusivamente corren guanacos y no se interesan por ningún otro animal. Además provocan un daño tremendo, porque uno ve a los guanacos totalmente desangrados, mordidos, y da una pena enorme. Hay muchos guanacos y el único predador que tienen es el perro asilvestrado. Se ven muchos con mordeduras y muertos en el campo”, manifestó.

La alternativa de los burros

Volviendo sobre la alternativa que se abre con la implantación de burros entre las ovejas, explicó que “es una prueba piloto porque muchos datos no tenemos en estas latitudes. Sabemos que el burro funciona muy bien en toda la zona de Santiago, en Córdoba, en la Cordillera, donde los ovejeros tienen su burrito con su majada o con sus chivos. El burro también es muy territorial y es muy espamentoso, porque rebuzna, patea, muerde y hace todo lo posible para espantar un ataque. Acá no sabemos cómo se va a comportar un burro con un perro. Trajimos siete burros y ya los tenemos entre las ovejas. Sabemos que no se pueden poner dos burros juntos porque, ante la agresión de un perro, lo más común es que se protejan entre ellos y se vayan. En cambio cuando se encuentran solos, se ponen nerviosos y agresivos. En la desesperación tienen estas reacciones de defensa”, detalló.

“Ahora tenemos un burro con un piño de 600 ovejas. Hay que pensar que en el monte el burro puede hacer lo suyo pero no es Superman, no puede estar en una punta y ver todo. Hay que ver lo que pasa si escucha ladrar, a diferencia de lo que hacen los perros protectores de ganado, que si escuchan ladrar van a ver la novedad porque este es su territorio. En este caso lo estamos implementando en lugares donde el burro pueda ver toda el área. Un dato de color que nos fue indicando gente que ya lo trabajó, es que son más protectoras las burras que los burros y que lo que hay que hacer es lo mismo que con los perros protectores: cuando nace la burrita hay que acostumbrarla a que esté entre ovejas y que se sienta parte. No es cuestión de poner un burro y listo. Nosotros trajimos burras adultas, un par de burros machos, y también un par de burritas chicas. A las burras grandes no las voy a poder acostumbrar a las ovejas y las tengo para que sean madres. Estamos haciendo el trabajo con las hembras, separándolas y poniéndolas con un grupito de ovejas para ver cómo se comportan. Lo que estamos viendo es que genera un lazo importante con la oveja, y que no se espanta del burro. El burro busca compañía permanentemente y siempre está cerca de las ovejas”, describió de esta experiencia.

Respecto del origen, dijo que “los burros se los compramos a la familia Barrenechea, que tiene la forrajera Austral en Río Grande. Ellos crían burros hace mucho tiempo y tienen un campo en Bahía Blanca. Es todo un acostumbramiento para los burros pasar a estar acá desde Bahía, pero por suerte llegaron. De estos burritos uno está en La Misión Salesiana, lo tienen en La Cimarrona para trabajar con los niños; otro burro lo tiene el señor Alonso con sus ovejas en la estancia María Cristina. Tenemos otros burros para ir cediendo a distintas estancias y hacer distintas pruebas, con ovejas o con vacunos”, adelantó.

Perro pastor versus burros

Ayerza también comparó lo que implica tener perros pastores con los burros, en cuanto a mantenimiento. “Si uno sale a comprar a Chile, un perro pastor cuesta entre 400 y 500 dólares, nosotros ahora trajimos algunos de Viedma y ese es el valor del perro pastor. Además está el alimento, porque uno no lo deja a la buena de dios. Hay que alimentarlo sin que se acostumbre a comer carne, y hay que darle alimento de muy buena calidad. La diferencia con el burro es que cuesta mucho menos y come pasto. Tenemos que asegurarnos de que tenga pasto y agua, y es lo mismo que come la oveja. En ese sentido termina siendo mucho más rentable. La gestación es larga, porque dura diez meses, y es un burro por año el que puede nacer. Los perros los compramos castrados, porque justamente si tengo un perro macho y pasa una perra asilvestrada en celo, no quiero que el perro se vaya atrás o que se apareen y después queden mestizos que no sirven ni para una cosa ni para la otra. Del mismo modo ocurre con las perras, porque si me la preña un perro asilvestrado va a ocurrir exactamente lo mismo”, planteó.

“Hay casales de perros solteros de grandes proveedores de perros, pero cuando yo les compro les pido que vengan castrados, porque no queremos crías por todos lados de las que no se sabe el origen. Se perdería la esencia misma de la raza, que es proteger el ganado”, sostuvo.

Ausencia del Estado

Por otro lado se lo consultó sobre el acompañamiento del Estado en esta casi patriada de luchar contra un predador tan complejo como el perro asilvestrado, siendo que hay leyes vigentes que destinan fondos con este fin. “En el gobierno de Rosana Bertone recibimos una ayuda económica para comprar insumos para combatir el flagelo de los perros asilvestrados y fue la única vez que lo recibimos. La mayoría salimos a comprar perros pastores y eso se implementó”, dijo como si fuera un caso excepcional.

Algo similar ocurre con el alimento. “Afortunadamente nosotros podemos producir nuestro propio pasto y creo que somos de los pocos que contamos con maquinarias para producir nuestros propios rollos. No traigo pasto del norte y hacemos nuestro propio forraje. No nos fue muy bien últimamente por la sequía que hubo, y este año en marzo terminamos haciendo 50 rollos de pasto de más de 200 kilos. El año pasado habíamos hecho 300 rollo en la misma área de corte; y el anterior fueron 500. Hubo una gran caída pero pareciera que la corriente del Niño va a cambiar y va a traer agua para la primavera, que es una gran noticia”, confió.

“Hay pasto que se ha introducido hace 60 ó 70 años atrás y se ha naturalizado. Nosotros no sembramos ni aramos, cortamos áreas de gramíneas. El INTA está trabajando con productores y hay un plan de maquinarias también del gobierno anterior cuando estaba Bertone. El INTA compró maquinarias y uno las puede contratar, ellos hacen el trabajo, el asesoramiento, se compran las semillas. Eso está funcionando y es algo bastante nuevo para todos. Los chilenos en ese sentido están más avanzados y tienen más experiencia. Arrancaron unos años antes con mucho apoyo del Estado chileno, que cubría el 50% de los gastos de cualquier inversión que se hiciera en el campo. Muchos productores se largaron a hacer innovaciones, porque les salía la mitad. Así sembraron, empezaron a producir semillas, a comprar maquinaria y de esa manera la ventaja fue muy rápida. Nosotros tenemos otra situación y se hace todo más a pulmón”, concluyó.

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