El contador Ramón Gallardo valoró el consenso alcanzado para aliviar la presión tributaria sobre el comercio fueguino, pero fue implacable con los representantes de Río Grande que votaron contra la ley de acuicultura. “Si se oponen, que digan cómo van a crear trabajo”, disparó, en una entrevista atravesada por la preocupación por el empleo, el desarrollo productivo y el futuro político de la provincia.
Río Grande.- En una extensa entrevista en “La mañana de la Tecno”, por Radio Universidad 93.5 MHz, el contador y magíster Ramón Gallardo analizó el intenso debate legislativo que se extendió hasta la madrugada y dejó como saldo dos definiciones clave para la economía provincial: la aprobación unánime de la Ley de Regularización de Deudas Tributarias y la sanción, por ajustada mayoría, de la ley de acuicultura —con la salmonicultura como eje más polémico—.
Gallardo —presidente de CAFUFAMA, integrante de FAIMA y miembro de la mesa chica de la Unión Industrial Argentina— celebró especialmente la moratoria impositiva, a la que definió como “una herramienta necesaria y largamente reclamada por el comercio y la industria”. Según explicó, el principal punto de discusión estuvo en las tasas de interés aplicables a los planes de pago.
“Lo único que pedimos fue que las tasas sean razonables, acordes a una inflación que viene bajando, y no usurarias. Los comercios están muy ahogados, con pocas ventas y costos fijos que no perdonan. Muchos dejaron de pagar porque simplemente no podían”, sostuvo. En ese sentido, destacó que el proyecto final surgió de la unificación de dos iniciativas —una del Poder Ejecutivo y otra de la Legislatura— y que el consenso alcanzado “es una señal política importante en un contexto muy difícil”.
El voto dividido y la bronca por el empleo
Muy distinto fue el tono cuando se refirió a la ley de acuicultura, aprobada por ocho votos contra siete. Para Gallardo, la votación dejó al descubierto “una mirada política que no pone en el centro el drama del empleo en Río Grande”.
“Lo que más me molesta es que haya legisladores que viven acá y votan en contra de una herramienta que puede generar trabajo. Si creen que esto no sirve, que salgan a explicar qué alternativa proponen. Porque la desocupación es real, y no se resuelve con discursos”, afirmó, visiblemente molesto.
El dirigente empresario cuestionó que el eje del rechazo haya sido la posible contaminación ambiental. “Nadie está planteando una depredación. Siempre defendimos que cualquier desarrollo debe ser con controles estrictos y criterios de sustentabilidad. Con ese argumento, tampoco se podría explotar petróleo ni desarrollar puertos”, comparó, y recordó que existen organismos específicos para fiscalizar este tipo de actividades.
En ese marco, Gallardo contrastó la situación argentina con la de Chile, que —según datos oficiales— exporta por salmonicultura y productos del mar cifras que multiplican varias veces las de nuestro país. “Estamos hablando de miles de millones de dólares y de empleo genuino. Acá parece que discutimos eternamente mientras otros avanzan”, lamentó.
RIGI, RIMI y las oportunidades que no esperan
Durante la entrevista, el contador también se detuvo en explicar los alcances del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) y del Régimen de Incentivo a las Medianas Inversiones (RIMI), este último impulsado para atender reclamos de cámaras empresarias que advertían que el RIGI original estaba pensado solo para mega proyectos.
“El RIMI busca captar inversiones más chicas, con beneficios como amortización acelerada en Ganancias y una devolución más rápida del crédito fiscal del IVA. Está pensado para el continente, porque Tierra del Fuego tiene un régimen especial, pero es una señal de hacia dónde va la política económica”, explicó.
Sobre el RIGI, advirtió que el tiempo juega en contra: “Tiene fecha de vencimiento. Si no se aprueba y no se usa, no es que mágicamente va a aparecer otro régimen igual. Las provincias compiten entre sí, y la mayoría ya adhirió. Si no tenemos las herramientas, quedamos afuera”.
Un mensaje político de fondo
Más allá de lo técnico, la intervención de Gallardo dejó un mensaje político claro: la preocupación por un entramado dirigencial que, según su mirada, antepone disputas internas al desarrollo provincial. “Si votan en contra porque tienen problemas con el gobernador, el costo lo paga Río Grande. Y eso la gente debería recordarlo”, advirtió, de cara a los próximos años electorales.
“Las herramientas no garantizan que vengan inversiones, pero sin herramientas seguro no vienen. Después habrá que salir a buscarlas, mostrar lo que tenemos: recursos forestales, energía, turismo, infraestructura. Lo que no podemos hacer es quedarnos de brazos cruzados mientras el empleo se deteriora”, concluyó.
Con un tono directo y sin eufemismos, Gallardo dejó expuesta una tensión que atraviesa a Tierra del Fuego: entre la necesidad urgente de generar trabajo y un debate político que, muchas veces, parece girar más en torno a posicionamientos que a soluciones concretas.

















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