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Adrián Schiavini: “La ciencia argentina se está marchitando”

“La ciencia argentina se está marchitando”, dijo Adrián Schiavini, investigador del  Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y profesor de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego. “Como una planta que dejás de regar y un día decís: ‘Se murió’. No, la dejaste morir”. Schiavini se centró en por qué es necesario hacer ciencia en Tierra del Fuego y por qué debe hacerla el Estado. “Ciencia para el desarrollo y la soberanía”, aseguró.

Ushuaia.- La Comisión de Ciencia y Tecnología del Senado de la Nación recibió este miércoles a representantes del sector científico y tecnológico para una reunión para tratar la situación actual de la comunidad educativa y científica en el país.

Ariel Pereda, director del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA,) resaltó la importancia de este organismo de ciencia y técnica “que tiene la mayor federalidad y generamos conocimiento y tecnología para uno de los principales sectores productivos del país que es el agropecuario”. También sostuvo que el Gobierno tiene la intención “de cambiar e integrar por mayoría el Consejo Directivo”.

Pereda dijo que “es muy importante que el INTA sea revisado. Tenemos una institución sana que agrega valor a las economías regionales por lo que queremos hacerlo desde un diálogo racional y con una discusión productiva”.

“La ciencia argentina se está marchitando”, dijo Adrián Schiavini, investigador del  Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y profesor de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego. “Como una planta que dejás de regar y un día decís: ‘Se murió’. No, la dejaste morir”.

Schiavini se centró en por qué es necesario hacer ciencia en Tierra del Fuego y por qué debe hacerla el Estado. “Ciencia para el desarrollo y la soberanía”, aseguró.”¿Ustedes se imaginan a un privado invirtiendo miles de dólares por día para saber cómo funcionan las corrientes marinas, cómo es la dinámica de los nutrientes, cómo es la biología de los seres vivos?”

Otro representante del CONICET,  Mario Pecheny, investigador y miembro del Directorio, expresó  a los senadores que “estamos asistiendo a una destrucción del sistema científico y tecnológico. Hay más de 800 integrantes del año 2022 esperando su acta de ingreso y los salarios están por el piso”, ejemplificó y agregó que “están expulsando a los jóvenes científicos del país”.

El representante de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, Desarrollo Tecnológico y la Innovación, Osvaldo Uchitel, destacó que “el valor de la Agencia radica no solo en la financiación sino que forma el corazón del sistema científico y nos eliminaron todo tipo de financiamiento para este año y el que viene, esto denota que no hay ningún interés en desarrollar la ciencia en la Argentina”.

 

Investigar: el rol crucial de la ciencia nacional

 

Jorge Schneebeli, ex vicepresidente del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), compartió la situación actual del instituto y menciono que “venimos preocupados por la posibilidad que existe de centralizar al organismo y pasar a formar parte de un ministerio porque esto compromete seriamente las funciones del INTI que fue creado en un marco federal y que se concibió como un ámbito de participación público privada”.

La Comisión presidida por la senadora Silvina García Larraburu (Unidad Ciudadana), continuará con nuevas rondas de expositores en las próximas reuniones.

 

Día 536: Cientificidio

 

El columnista y periodista Jorge Fontevecchia escribió una editorial en el Diario Perfil donde destaca que el recorte a la ciencia generó una nueva “fuga de cerebros” similar a la que hubo hace 60 año. Dice que el gobierno agrede sistemáticamente a los científicos y parece tomar esto como parte de su “batalla cultural”.

Si bien Argentina solo gasta cerca del 0.5% del PBI en Ciencia y Tecnología, el gobierno de Javier Milei continúa recortando esta área que trae desarrollo y, en ocasiones, varios beneficios productivos para la economía local. Empezó una nueva fuga de cerebros como hace sesenta años, en la que los científicos emigraban hacia el sector privado o directamente se iban del país. Una célebre noche que se llamó la “noche de los bastones largos”, porque la policía le pegaba con bastones a los científicos y a los profesores universitarios cuando salían de las universidades

¿Por qué ajustar un área que genera tan pocos gastos y trae tantos beneficios? ¿Y por qué tildar de ñoquis y vagos a los científicos es parte de la batalla cultural? y si es así, ¿cuál es el sentido de elegir de enemigos a los científicos?

Vamos a usar estas preguntas de guía para tratar de entender el sentido de las acciones del Gobierno y ponerlas en su contexto. Y también, al final de esta columna, vamos a contar que la misma situación, increíblemente, está sucediendo en Estados Unidos.

Yendo a los datos concretos, en el caso del CONICET, los recortes presupuestarios alcanzan el 36% en términos reales, acompañados por un congelamiento de ingresos y la eliminación de becas para jóvenes investigadores. Más de 1.500 puestos de trabajo ya fueron recortados en el sistema científico.

Repasemos el testimonio de Norberto Zwirner, director del instituto de biología y medicina experimental sobre la situación del Conicet. “La política de este gobierno de achicamiento, del abandono total de la ciencia nos está llevando a la ruina”, dijo el científico en la marcha del 28 de mayo en reclamo de mayor presupuesto para el sector.

Y agregó: “No tenemos fondos, no nos liberan fondos para trabajar, para llevar adelante nuestros proyectos de investigación, para pagar a los becarios, para que los estudiantes puedan progresar en sus carreras, para el mantenimiento de los edificios.”

“Creemos que los científicos hacemos un aporte al país y que es importante que el gobierno cambie esta política porque estamos en una situación de caos o de estado terminal, de destrucción total”, cerró el profesional.

En el caso del INTA sufre un recorte del 23% en su presupuesto, despidos masivos y una avanzada en la venta de tierras públicas destinadas históricamente a la experimentación.

La comunidad científica denuncia un vaciamiento deliberado y advierte sobre el impacto en la seguridad alimentaria, la innovación productiva y el tejido federal del conocimiento. Proyectos estratégicos en biotecnología, sanidad vegetal y agricultura sustentable están hoy paralizados.

Probablemente sea responsabilidad del Estado y por qué no de los medios que la sociedad no sepa exactamente qué hace el INTA.

“El trabajo que realiza el INTA, a través de la investigación y la extensión rural, es generar conocimiento, brindar información, tecnología” explicó Héctor Ferrario, trabajador del INTA a Radio Gráfica.

Además repasó algunos de los logros del instituto, como el diseño de cosechadoras para caña, la mejora en la productividad del ganado y el desarrollo de proyectos que permitieron triplicar la producción de tomate.

En ese sentido, el periodista especializado en agro, Matías Longoni, da cuenta de un logro más popular y asegurá que “sin el INTA no habría Malbec”.

“El INTA mantiene los bancos de germoplasma, de semillas, de cultivo, de variedades, de cualquier plantita”, explicó en declaraciones a Radio con Vos.

“Todas las bodegas recurrieron al INTA para buscar las variedades, que después mejoraron, hicieron cada una su Malbec”, señaló. “Así sucede con el zapallo, con el arroz, con cualquier cultivo, con las bananas formosas, con lo que vos quieras”, remarcó el periodista.

Repasemos también el testimonio de Sebastián Bonín, un ingeniero que se hizo conocido luego de difundir su carta de renuncia al INTA.

“Yo vengo hace un tiempo largo, ya hace varios meses, con complicaciones económicas y literalmente no llego a fin de mes. Tengo que acudir a mi familia”, declaró el joven en Urbana Play.

El especialista en ciencias forestales contó también que cuando planteó que no podía seguir en estas condiciones, el responsable del área reconoció que no tenía nada para ofrecerle ni herramientas para poder retenerlo.

“Yo tomo la decisión de irme porque puedo resolver de alguna manera mi perspectiva individual”, dijo el profesional con pesar.

“Ensobrados” y “ñoquicet”, desde el gobierno son creativos para inventar nombres. Estos son dos términos peyorativos que salieron de la usina de propaganda oficialista para atacar a dos sectores muy diferentes entre sí, pero hay un punto en el que la cruzada contra el periodismo y la ciencia se parecen: hay un ataque al prestigio de toda producción de discursos que el Gobierno no controla.

En la reasignación de la publicidad pública hacia medios oficialistas, en los recortes presupuestarios al Conicet, el INTA y las universidades, se puede ver el ataque material de desfinanciamiento. Esto vuelve las actividades de científicos y periodistas, poco sustentables desde lo económico.

Luego, hay campañas de desprestigio para tratar de poner a la sociedad en contra de estas expresiones. En este sentido es igual que los artistas. Por ejemplo, nadie puede decir que Lali Espósito y María Becerra viva n de Estado.

Más allá de alguna actuación en particular para alguna fiesta en localidades, la mayoría de sus ingresos son a través de producciones privadas. Sin embargo, Mile reiteradamente las ataca con ridiculizaciones de sus nombres como en los chistes de alumnos de primaria.

Ni la publicidad pública, con un gasto del 0,027% del PBI en el gobierno de Albert Fernández, ni el 0,5% de la ciencia o el insignificante gasto estatal en caché de artistas representan un problema presupuestario público. Sin embargo, el tiempo de televisión y la cantidad de post en redes sociales que el Presidente y los trolls libertarios utilizan para denigrar a estos sectores es totalmente desproporcionada.

Es decir, no solo es el efecto de la motosierra, cómo podría explicarse el parate de la obra pública o el ajuste a las jubilaciones. Además, es el ataque sistemático a quienes pueden tener una voz crítica hacia el Gobierno y tener credenciales para poder intervenir en el debate público.

Desde el Gobierno podrían decir que el equilibrio fiscal es el objetivo y que cada punto que se pueda recortar es importante. Sin embargo, no todas las áreas fueron recortadas. El ejemplo que más resuena es el de la SIDE, que por ejemplo, experimentó un importante crecimiento en sus fondos, muchos de los cuáles son reservados y no pueden ser auditados.

Si hay un organismo estatal desprestigiado y al que no se le conoce grandes aportes al país en materia de descubrimiento de crímenes o desmantelamiento de bandas delictivas es la SIDE.

Los atentados que hubo en este país, como el de la AMIA y el de la embajada de Israel quedaron en impunidad. Y hechos que sacudieron el país como la muerte del fiscal Nisman, nunca tuvieron un esclarecimiento. Al contrario, protagonistas de los hechos y la propia justicia encontró en los servicios de inteligencia más escollos a la investigación que ayuda.

Sin embargo, hoy el Estado gasta el 0,26% en SIDE y 0,16% en Ciencia y Tecnología. Es decir, que se gasta casi el doble en los servicios de inteligencia que en ciencia. Como pueden ver no hay una motosierra indiscriminada, hay prioridades y un plan estratégico. Por otro lado, estas prioridades también se explican por la propia batalla cultural.

El periodista Hugo Alconada Mon reveló un documento secreto de la SIDE en el que se establecen una serie de objetivos estratégicos para ser investigados.

Entre ellos, se deja la puerta abierta al espionaje sobre cualquier persona o institución que genere discursos contradictorios al plan económico y las políticas del Gobierno, algo que es totalmente ilegal. Luego de publicar esta nota, Alconada Mon recibió amenazas e intentos de hackeo en sus redes sociales y cuenta de mail.

Este ataque del gobierno a la ciencia no es una novedad A lo largo de nuestra historia nacional ya lo vimos varias veces. Hay un hecho tristemente conocido como la “Noche de los Bastones Largos» ocurrido hace casi sesenta años.

Un documental de Canal Encuentro repasa los sucesos de esos días y explica que el conflicto comenzó luego de que el gobierno de Juan Carlos Onganía interviniera las universidades nacionales.

“Inmediatamente los alumnos y profesores de la Universidad de Buenos Aires se reúnen en asambleas masivas y deciden tomar los edificios de varias facultades para defender la autonomía universitaria”, explica el documental.

Y sigue: “La noche del 29 de julio, la Guardia de Infantería rodea la Facultad de Ciencias Exactas y ordena el desalojo inmediato del edificio. Estudiantes y docentes salen con los brazos en alto”.

“La represión es feroz. Cientos de estudiantes son detenidos y pasan semanas en comisarías o en la cárcel. Al día siguiente, más de mil docentes e investigadores renuncian y muchos deben continuar sus carreras en el extranjero”, indica la pieza audiovisual.

César Milstein, el último premio Nobel de Medicina y el último premio nobel de ciencias duras que tiene la Argentina, es considerado como un emblema de lo que fue la fuga de cerebros en aquellos años.

Él se había ido del país unos años antes en 1962, luego del golpe militar al presidente Arturo Frondizi que provocó cambios en las estructuras científicas, como el Instituto Malbrán, donde Milstein dirigía la División de Biología Molecular.

Sin garantías de continuidad de sus proyectos de investigación, tuvo que irse a la Universidad de Cambridge en 1963. Milstein no patentó su descubrimiento, que podría haberle traído miles de millones de regalías a la Argentina

Lamentablemente el ataque a la ciencia y el conocimiento tampoco es una realidad local. En Estados Unidos, Donald Trump también avistó a este sector.

“Expandiremos las vastas fronteras de la ciencia, guiaremos a la humanidad al espacio e hincaremos la bandera estadounidense en Marte e iremos incluso mucho más lejos”, dijo Trump en un discurso a poco de asumir la presidencia.

Sin embargo, el presidente implementó un ajuste muy fuerte de los programas científicos. “Los recortes de decenas de miles de millones de dólares afectaron a campos como la investigación médica, el clima, la seguridad nuclear y la investigación marina”, explica un informe de la Deutsche Welle.

Y agrega: “En la Universidad de Columbia en Nueva York se cancelaron cientos de millones de dólares para la investigación médica, alegando que la institución no pudo frenar el antisemitismo”.

En el informe también se ve el polémico discurso antivacunas del secretario de salud Robert F. Kennedy Jr., quien fue recibido por su par argentino, Mario Lugones, la semana pasada en medio del conflicto del Garrahan.

La preocupación por este tema es de tal tamaño que la revista de economía más importante del mundo, The Economist, colocó en la tapa a una especie de elefante que representa al partido republicano con el sombrerito rojo de Make America Great Again corriendo a los científicos.

Dicho sea de paso, Trump también atacó al periodismo y a artistas como Taylor Swift. Es decir, parece un calco exacto lo que pasa en Estados Unidos con lo que pasa aquí.

Evidentemente las experiencias de extrema derecha en el poder, tanto las del siglo XX, como estas del siglo XXI, que por ahora no tienen métodos directamente dictatoriales, requiere la imposición de un discurso único y la ciencia como generadora de discursos críticos, al igual que el arte y el periodismo es blanco de estas expresiones políticas, que tratan de hacerlas desaparecer en el debate público.

Para reivindicar el papel de la ciencia en el desarrollo humano nos vamos con Galaxy Song, una divertida canción del grupo cómico Monty Python.

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