El secretario de Protección Civil de Tierra del Fuego, Pedro Franco, analizó la sucesión de alertas meteorológicas que afectaron a la provincia y reflexionó sobre su importancia tras la tragedia en Torres del Paine, donde cinco personas murieron durante un fenómeno extremo. Aseguró que las advertencias del Servicio Meteorológico Nacional deben tomarse con mayor seriedad, reclamó responsabilidad a instituciones y operadores turísticos, y advirtió que el cambio climático vuelve más frecuentes los eventos erráticos y violentos en el sur del continente. “La naturaleza no negocia”, dijo. También explicó cómo se construyen las alertas locales, el rol del COE, la precisión creciente de los pronósticos y la necesidad de educar a la población para evitar minimizar el riesgo.
Río Grande.- La semana cerró en Tierra del Fuego marcada por un fenómeno que ya se volvió habitual: una sucesión de alertas meteorológicas por fuertes vientos, lluvias intensas y cambios bruscos de temperatura que obligaron a las autoridades a tomar medidas preventivas. Pero esta vez, el análisis local se vio atravesado por un episodio trágico ocurrido a pocos kilómetros de la frontera argentina: cinco personas murieron mientras realizaban trekking en Torres del Paine, arrasadas por un evento climático extremo.
En diálogo con FM Del Pueblo, el secretario de Protección Civil de la provincia, Pedro Franco, fue directo al sostener que “esto podría pasar en cualquier punto de nuestro territorio. Las alertas tempranas salvan vidas, pero solo si la gente y las instituciones las respetan”.
La importancia de la alerta temprana: “No es un capricho”
Franco explicó que el sistema de alertas por colores emitido por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) es un instrumento esencial para anticipar peligros y ordenar medidas preventivas.
“Hay quienes se enojan porque se suspenden clases o actividades, pero ninguna decisión es caprichosa. Se trata de proteger vidas”, afirmó.
El funcionario recordó que el SMN es el organismo oficial encargado de categorizar los fenómenos según su impacto al detallar que “amarilla es riesgo leve a moderado, posibilidad de daños, naranja son fenómenos peligrosos con potencial de afectación severa y roja es un impacto extremo, con potencial riesgo vital y necesidad de medidas inmediatas”.
“Si se llega a alerta roja, no hay discusión, se actúa y en amarilla o naranja también, la prevención siempre va primero”, sostuvo.
Tecnología, anticipación y el rol del COE
Franco destacó que “la provincia cuenta hoy con equipamiento moderno, conexiones permanentes con el SMN y un Comité de Emergencias Provincial (COE) que trabaja diariamente con reportes actualizados y proyecciones a cinco días”.
“Tenemos técnicos del SMN dentro del COE, reportes diarios, análisis por zona —norte, centro y sur— y además contrastamos datos con soportes locales. Los pronósticos son cada vez más precisos”, explicó.
Aun así, advirtió que el clima en el extremo sur del continente es más errático que nunca al señalar que “hoy un fenómeno puede cambiar en minutos. Lo que pasó en Chile demuestra que la variabilidad climática es extrema y que a veces ni siquiera los modelos meteorológicos alcanzan para anticipar todo”.
Torres del Paine: un golpe de realidad para toda la región
La tragedia ocurrida en el parque chileno, con vientos que pasaron de 80 a cerca de 190 km/h en minutos, lluvia, nieve y un brusco descenso de temperatura fue, según Franco, un “ejemplo directo de lo que puede suceder si no se atienden las alertas”.
Asimismo, indicó que “es un desastre inconcebible, personas que salen a disfrutar de la naturaleza y terminan en una situación fatal. Y es perfectamente trasladable a Tierra del Fuego”, dijo con crudeza.
El funcionario señaló que “todavía se investiga si los excursionistas habían ingresado antes de que se emitiera la alerta o si simplemente ignoraron la información disponible, las advertencias estaban, lo que falló fue la respuesta y la articulación”, afirmó.
El peso de la responsabilidad institucional
Franco remarcó que, cuando se difunde una alerta, las “instituciones públicas y privadas deben actuar, no solo el Estado”.
Por tal motivo, manifestó que “no alcanza con emitirla, si una autoridad de un parque, una operadora turística o una empresa de servicios recibe la alerta, debe suspender actividad inmediatamente, no es opcional”, enfatizó.
Vale recordar antecedentes y casos recientes en la provincia que pese a la advertencia, siguen funcionando, como ser trabajadores realizando tareas en altura en plena alerta amarilla por viento, también actividades recreativas, ciclistas y motociclistas circulando en rutas con ráfagas peligrosas, algunos con siniestros fatales.
Por eso, cuando se «minimiza el riesgo, ahí es donde se cometen los peores errores”, sentenció.
Educación y cultura del riesgo: el gran desafío
El secretario insistió en la necesidad de desarrollar una “sensibilización permanente” sobre las alertas tempranas.
“Como sucede tan seguido, mucha gente naturaliza el aviso y deja de prestarle atención. Pero cada alerta responde a un fenómeno concreto, no se puede tomar livianamente”, afirmó.
Explicó que “muchos reclamos surgen porque las alertas cambian durante el día, si la alerta se emite a las 8 y el fenómeno termina a las 12, las actividades deben retomarse. Y al revés también. Hay que entender esa dinámica”.
En este punto, mencionó el ejemplo de las operadoras petroleras en San Sebastián, que “detienen actividades apenas se anuncia una alerta porque saben que tres horas de prevención pueden evitar una tragedia”.
Turismo aventura: planes de contingencia y estándares más rigurosos
Pedro Franco se detuvo especialmente en el turismo de aventura, un sector en crecimiento en el sur fueguino, pero también el más expuesto.
A respecto manifestó que “los guías deben tener comunicación adecuada, protocolos claros, planes de contingencia, capacidad de contención y asistencia y la provincia controla eso, pero cada operador debe ser responsable”, remarcó.
Recordó que, aunque la provincia cuenta con helicóptero para aeroevacuaciones, no siempre puede operar “con viento fuerte, baja visibilidad o nieve, el helicóptero no despega, por eso es vital no exponerse”.
El fenómeno extremo: ¿un “río atmosférico”?
Consultado por las definiciones técnicas del fenómeno chileno, Franco confirmó que algunos meteorólogos lo describieron como un río atmosférico, un término relativamente nuevo.
“No es un río de agua en la tierra, sino humedad concentrada en la atmósfera que se desplaza con fuerza. Y puede generar lluvias, nieve y vientos extremos. Son fenómenos cada vez más comunes”, explicó.
Franco cerró con un mensaje contundente al sostener que “una alerta temprana puede romperte el día, el trabajo, los planes, pero también te puede salvar la vida, hay que darle importancia”.
Por último, explicó que “la naturaleza no negocia. Nosotros sí podemos anticiparnos. Pero solo si actuamos cuando corresponde”.

















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