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“Volver al rally es volver a vivir”: Horacio “Chori” Zentner cuenta la pasión, los recuerdos y los desafíos del Gran Premio

Entre nostalgia y proyecto, el “Chori” Zentner habló de recuperación, de la necesidad de organización profesional y de una política deportiva coherente: “No podés organizar y ser la autoridad al mismo tiempo”, sostuvo, al tiempo que celebró el empuje del turismo motor y la posibilidad de nuevos trazados internacionales. También compartió impresiones sobre su retorno al rally en noviembre próximo.

Río Grande.- El emblemático piloto repasó en Puesta a Punto su paso por Punta Arenas, el triunfo en las 3 horas de 1997, los problemas mecánicos que cortaron su carrera y su visión sobre la modalidad de las pruebas. Entre anécdotas, elogios a preparadores y la emoción por el rugido del motor, Zentner hizo una defensa apasionada del rally como escena comunitaria y deportiva.

Conducido por Rubén Díaz y Mariana Ferreyra, el ciclo Puesta a Punto recibió a uno de los corredores más emblemáticos del Gran Premio de la Hermandad y del Rally Fueguino: Horacio “Chori” Zentner. Llegado recién desde Puerto Natales —donde continuó mostrando su vigencia en la pista—, el piloto ofreció un mano a mano breve, directo y cargado de recuerdos, análisis técnicos y una honestidad que combina pasión y experiencia.

“Volver al rally te incentiva a sentirte más vivo”, dijo Zentner apenas comenzó la charla, y con esa frase puso en palabras la emoción que comparten miles de seguidores del deporte motor. Recordó con orgullo su histórico triunfo en las 3 horas de 1997 —récord de clasificación, de carrera y de vueltas— y admitió que el recuerdo pesa y emociona cada vez que regresa a un circuito. “Mientras fue mixto de tierra y asfalto, no nos pudieron bajar los tiempos”, contó, subrayando la épica de aquel momento.

La entrevista combinó anécdotas técnicas —la camioneta que suena como “un monstruo”, el escape de acero inoxidable que lo acompañó en victorias— con la autocrítica deportiva: en Punta Arenas, pese a un buen desempeño, la carrera se vio truncada por problemas mecánicos (rotura de retén de bancada y embrague) y por decisiones organizativas que, para el piloto, marcaron la diferencia entre un evento exitoso y uno con peligros evitables. “Entramos bien en los dos primeros tramos, ganamos la categoría, pero la rotura nos impidió seguir”, explicó.

Zentner también fue reflexivo sobre la organización de las pruebas mayores. Ante la controversia vivida en la Hermandad —paradas confusas, banderas rojas y fallas de coordinación que provocaron accidentes— sostuvo con nitidez: “No podés organizar y ser autoridad de la prueba. Tenés que tener un bloque dedicado a la organización y otro a la autoridad de la carrera. Un presidente no puede ser director de la prueba”. Es decir: reclamó profesionalización, separación de funciones y mayor seriedad en la logística y en la seguridad.

El piloto además ponderó la calidad humana del rally: la cercanía con aficionados, la memoria de quienes trabajan en los talleres y el afecto por los motores y piezas con historia. Mencionó con respeto y gratitud a Rafael Balestrini, recientemente fallecido, cuyo trabajo en motores le dio a Zentner confianza de décadas: “Nunca en 30 años rompí un motor de ellos; es una confiabilidad total”, relató, emocionado. Lleva su nombre en la parrilla y lo recuerda siempre: gesto pequeño que encierra la relación íntima entre corredor y preparador.

Sobre su presente deportivo, Zentner admitió que la carrera en Chile —y la negación de correr en ciertos tramos del Gran Premio— dejó tareas pendientes. En diez días previos trabajaron contrarreloj para poner la camioneta en pista: “Tres, cuatro horas por noche; no alcanzan, pero lo hicimos”. Esa urgencia, ese bricolaje con corazón, contrastó con su llamado a profesionalizar el deporte: frenos que fallaron por falta de ajuste, suspensión trasera con topes que provocaron inestabilidad en el clasificatorio, necesidades de mejores equipos y planificación.

También habló del futuro: mantiene intención de volver a disputar las 3 horas si se reactivan; guarda en el depósito un motor “más picante” (dos carburadores) listo para la ocasión. Y sobre la evolución de los trazados, se mostró entusiasmado con la idea de conectar rutas y asfaltar tramos para abrir la ventana a circuitos mayores: “Si el asfalto llega del lado chileno y se completa, el año que viene será todo distinto”, dijo, imaginando la posibilidad de trazados que lleven al rally a otra escala.

En clave técnica, acercó detalles útiles y curiosos: comparó pesos de camionetas, sistemas de escape, faros históricos y volantes OMP que todavía conserva. Contó cómo la mecánica encarna la memoria: piezas guardadas desde los años 90, faros del primer Senda, volante con 30 años de historia. Todo eso forma parte del patrimonio afectivo del deporte motor local.

Zentner también reconoció el valor del rally móvil y de las categorías internacionales que asoman como referencia: “El rally móvil tiene autos europeos de primer nivel; sería fantástico que vengan el año que viene”, afirmó, imaginando una escena donde Illa Natales o Punta Arenas se conviertan en destino para pilotos y espectadores de mayor escala.

La charla no esquivó la tristeza por lo ocurrido en algunas pruebas recientes: el accidente con jóvenes corredores que lo conmocionó. “Eso es lo principal: que se recupere el chico. Después se analiza todo lo demás”, dijo, priorizando la vida y la seguridad sobre la pasión por la velocidad.

Para cerrar, un balance de vieja escuela: la emoción del motor, el sonido de la camioneta que volvió a despertar a su hijo y la promesa de seguir corriendo si las condiciones son las adecuadas. “Casi 30 años y volvés a ser nenes; te volvés a enamorar”, cerró el “Chori”, invitando a la afición a volver a las pistas, a disfrutar de la mecánica, del ruido, del riesgo medido y del abrazo que siempre deja la competencia.

 

Gran Premio de la Hermandad: suspensión, críticas y propuestas del “Chori” Zentner

 

La 50ª edición del Gran Premio de la Hermandad quedó suspendida en medio de confusiones organizativas y un accidente que puso en primer plano los riesgos de una carrera que cruza fronteras y superficies. Horacio “Chori” Zentner, uno de los pilotos emblemáticos del rally fueguino, fue contundente en su diagnóstico: la prueba “ya murió, entre comillas” en su formato actual y necesita una reestructuración profunda para poder sostenerse en el tiempo.

Zentner no se limitó a la crítica: en Puesta a Punto propuso una serie de medidas prácticas y de organización para recuperar la carrera y transformarla en un evento seguro, profesional y sostenible entre ambos países. Estas son las ideas principales que defendió:

 

  1. Parcializar la carrera — cambiar el formato

 

“Yo corrí parcializado… y anduvo perfecto. Si se hubiera proyectado en el tiempo, no estaríamos en esta situación”, recordó.

Zentner propone abandonar el formato de tramos largos y continuos sin controles intermedios, y pasar a una modalidad parcializada (etapas más cortas y bien acotadas) que facilite el control, la seguridad y la coordinación entre comisarios y equipos técnicos.

 

  1. Separación clara entre organización y autoridad

 

“No podés organizar y ser autoridad de la prueba. Tenés que tener un bloque de gente preparado para la parte organizativa y otro para la parte de autoridad”, entendió.

Para el piloto, uno de los errores estructurales es que la misma persona —o el mismo equipo— combine rol organizador y rol de dirección/autoridad. Propone estructurar equipos distintos: comisiones técnicas y logísticas profesionales separadas de la mesa de decisiones y de la dirección técnica de la carrera.

 

  1. Profesionalizar la dirección y las tareas operativas

 

Zentner reclama equipos dedicados exclusivamente a la organización, con personal formado en logística, seguridad vial y protocolo de emergencias, en lugar de ad hoc improvisaciones. Insiste en que la organización debe dejar de ser “hágalo usted mismo” y pasar a estándares de gestión deportiva profesional.

 

  1. Fortalecer la seguridad y las comunicaciones

 

La suspensión fue consecuencia de fallas de coordinación (banderas rojas, micrófonos abiertos, confusiones sobre la detención de la carrera). Zentner exige protocolos claros de comunicación entre director de carrera, comisarios y equipos, y que el control de banderas y señales sea operativo y no discutible en caliente.

 

  1. Internacionalizar con rutas asfaltadas y conectadas

 

“Si el asfalto del lado chileno se habilita, el año que viene será todo distinto”, dijo.

Propone repensar el trazado binacional priorizando tramos que permitan una conectividad más segura entre Argentina y Chile —por ejemplo la conexión hacia Vicuña— y abrir la posibilidad de parcializar usando tramos asfaltados que faciliten la logística y la homologación internacional.

 

  1. Dividir funciones: organizadores, autoridades y seguridad independientes

 

Relacionado con la separación de roles, Zentner pidió la creación de un bloque organizativo y otro de autoridad de la prueba (dirección técnica independiente), además de una unidad específica para control de seguridad y emergencias. Así se evita el conflicto de intereses y la sobrecarga de funciones en una sola persona.

 

  1. Profesionalizar comisarios y marshalls; controles estrictos de habilitación

 

Zentner valoró cómo en pruebas bien organizadas no se “perdona” el incumplimiento (carnets vencidos, faltas técnicas). Propone controles previos rigurosos y la profesionalización de marshalls y comisarios para garantizar que sólo larguen vehículos y pilotos que cumplan con los estándares de seguridad.

 

  1. Planificar a largo plazo y delegar en especialistas

 

El mensaje final de Zentner fue una invitación a planificar con tiempo y a delegar en personal con experiencia: organización profesional, calendarios consensuados para evitar superposiciones, y rutas que permitan la continuidad de la competencia sin poner en riesgo la integridad de pilotos y público.

 

Impacto y lectura final

 

Las propuestas de Horacio Zentner representan tanto una crítica a la improvisación como un planteo constructivo para salvar una carrera histórica. La suspensión de la 50ª edición no sólo revela problemas logísticos: expone la necesidad de un giro institucional en la manera de organizar eventos de alto riesgo y gran envergadura binacional.

Si las autoridades deportivas —locales, provinciales y chilenas— aceptan la agenda que plantea Zentner (parcialización, profesionalización, separación de roles y mejoras en seguridad y trazado), la Hermandad podría reconvertirse: de carrera en riesgo y fragmentada, a evento sustentable, internacional y seguro, capaz de volver a atraer pilotos, equipos y público sin repetir errores del pasado.

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