La ex subsecretaria de Pesca y Acuicultura de Chile, Alicia Gallardo Lagno, destacó la importancia de la acuicultura como motor económico y fuente clave de alimentación para el futuro. En este sentido, Gallardo destacó la importancia de que Argentina comience a proyectar su desarrollo acuícola con una visión a largo plazo y observó que en el caso de Tierra del Fuego, “tiene ventajas climáticas y oceanográficas similares a Chile, por lo que tiene un enorme potencial para crecer en este sector”, señaló.
Río Grande.- La ex subsecretaria de Pesca y Acuicultura de Chile, Alicia Gallardo Lagno durante el gobierno de Sebastián Piñera, compartió su experiencia en la salmonicultura de Chile, su rol para la economía del hermano país, los puestos de trabajo que genera, los problemas ambientales que ha enfrentado, soluciones implementadas y el estado actual y futuro de esta actividad en el mundo.
“La salmonicultura en Chile es un pilar del desarrollo acuícola global y el segundo sector exportador del país después del cobre. Con exportaciones de salmón y trucha que superaron los USD 5.800 millones en 2023, representa cerca del 5% de las exportaciones nacionales y más del 90% del rubro acuícola, generando más de 75.000 empleos, especialmente en regiones con menor desarrollo económico”, aseguró la especialista.
Observó que su impacto regional es clave. “La región de los Lagos (Chiloé) aporta cerca del 30% del PIB regional, Aysén entre el 25% y 30%, y Magallanes entre el 15% y 20%.
La industria, impulsada inicialmente por el sector privado, enfrentó en 2007 una crisis por el virus ISA, que redujo la producción en un 75% y provocó la pérdida de 15.000 empleos. En respuesta, la Dra. Gallardo participó desde el Servicio Nacional de Pesca SERNAPESCA en la implementación de regulaciones sanitarias, ambientales y de bioseguridad, “las que junto con una mayor cooperación público-privada permitió una recuperación exitosa de esta actividad. Esta hoja de ruta fue parte del mandato que me encomendó el presidente Piñera durante su segundo gobierno, con el objetivo de consolidar una industria exitosa desde punto de vista social económico y ambiental”.
Hoy, Chile es el segundo productor mundial de salmón del Atlántico, exportando a más de 100 países. “La salmonicultura no solo responde a una creciente demanda alimentaria, sino que también impulsa economías locales y regionales. El desafío actual es aumentar la producción minimizando el impacto ambiental, fortaleciendo la transparencia, la sostenibilidad y la confianza social”.
Consultada sobre cuáles son las etapas a considerar para avanzar en la salmonicultura en una provincia con las condiciones medioambientales como Tierra del Fuego.
“Si uno usa como referencia la experiencia chilena y la cercanía con centros tecnológicos, científicos y de formación existentes en Magallanes, es clave implementar esta industria de forma planificada y gradual. Un paso inicial clave es una planificación marino-costera que garantice un desarrollo compatible con la biodiversidad local, incorporando participación ciudadana, ciencia y saberes locales”, explicó Alicia Gallardo Lagno.
La zonificación, basada en datos oceanográficos y logísticos, es una herramienta eficaz ya utilizada en Chile. “Este proceso debe ir acompañado de una regulación sólida, alineada con estándares internacionales, que permita gestionar riesgos y establecer controles y monitoreo efectivos”, añadió.
“La salmonicultura también impulsa el desarrollo de un ‘cluster’ productivo, fortaleciendo capacidades locales, infraestructura, formación técnica y nuevos servicios. Es decir, permite crear un cluster industrial que se desarrolla en torno a la salmonicultura”, completó.
Atendida su experiencia y responsabilidad en el desarrollo de la industria, se le preguntó qué elementos consideraría para avanzar en el reconocimiento de la actividad por parte de las comunidades locales, a lo que la especialista internacional en acuicultura aseguró “la licencia social es fundamental para el desarrollo sostenible de la salmonicultura. Para lograrla, se requiere transparencia, acceso a la información, participación temprana y efectiva —especialmente de las comunidades—, y una distribución equitativa de los beneficios, como empleo digno, encadenamientos productivos, apoyo al emprendimiento y aporte al consumo e inversión local”.
Asegura que es clave fomentar una “cultura acuícola territorial” que permita comprender la actividad, sus beneficios, desafíos y avances tecnológicos, promoviendo así la identificación de la comunidad con la acuicultura. La construcción de confianza es un proceso gradual, pero esencial para el éxito a largo plazo.
En la relación medio ambiente marino versus tecnologías empleadas por la industria acuícola, se le consultó si esta actividad permite asegurar que el medio marino fueguino no será negativamente afectado por sus actividades, a lo que respondió que “todas las actividades humanas provocan impacto en su entorno. Sin embargo, hoy en día contamos con tecnologías de punta (sensores remotos, inteligencia artificial, jaulas resistentes) y recomendaciones globales para una acuicultura sostenible que permiten anticipar, minimizar y corregir impactos. Si se planifica adecuadamente, la salmonicultura puede desarrollarse en armonía con el medio ambiente”.
Observó que “la clave está en realizar un cultivo enfocado en el cuidado de los animales (bienestar animal), mejor calidad de vida para las personas y el menor impacto al medio ambiente. Esto se conoce como planes de manejo con enfoque ecosistémico y existen diversas guías para su adecuada implementación”.
La Dra. Gallardo enumeró los beneficios sociales que se podrían derivar de la actividad acuícola en tanto actividad económica que se realiza lejos de los grandes centros de producción nacionales. “La acuicultura es una herramienta efectiva para la descentralización y el desarrollo socioeconómico en zonas apartadas. Lo que uno observa en Chile es que ha generado empleo local estable y bien remunerado, impulsado la formación técnica y profesional vinculada al mar, promovido inversiones en infraestructura y fomentado polos económicos locales, contribuyendo también a la estabilidad demográfica”.
Finalmente destacó un ejemplo claro es el clúster acuícola en Chiloé (Región de Los Lagos, Chile), “donde estudios a 10 años mostraron una reducción de la pobreza rural en zonas con presencia de salmoneras. Si se desarrolla con respeto al entorno y en diálogo con las comunidades, la acuicultura puede ser una vía de desarrollo inclusiva y sostenible”.
Fuente: Red23Noticias.
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