Lo que hizo la Corte Suprema es un acto vergonzoso que quedará marcado como un nuevo golpe judicial contra la democracia. No es un fallo jurídico: es una operación política dictada por Mauricio Macri y Javier Milei, diseñada para perseguir, disciplinar y proscribir a la principal referente del peronismo y de la oposición.
A Cristina Fernández de Kirchner no la persiguen por corrupción. La persiguen por haber gobernado para las mayorías. Por haber garantizado derechos, trabajo, educación, ciencia, jubilaciones, industria y dignidad para el pueblo. Por haber demostrado que se podía vivir mejor. Por eso la quieren presa: por haber puesto un plato de comida en la mesa de millones.
Este fallo no es contra una dirigente. Es contra todos los que alguna vez creyeron en la justicia social, en la movilidad social ascendente y en la posibilidad concreta de progreso. Como hicieron con Lula en Brasil, buscan borrar del mapa a quien se animó a enfrentar a los verdaderos dueños del país.
Mientras la Justicia inventa causas para perseguir a quienes defienden a los humildes, no dice una palabra sobre la cripto estafa de Milei y su hermana en el caso Libra. Ni sobre los negocios oscuros de Macri con el Correo Argentino o los parques eólicos. A ellos no los tocan. Los cuidan. Porque esta Corte dejó de ser un poder independiente: se transformó en el brazo judicial del ajuste y la represión.
Milei no vino a liberar al pueblo. Vino a garantizar la impunidad del poder económico concentrado. Gobierna por decreto, cierra organismos públicos, entrega soberanía, destruye la ciencia, se endeuda sin control, dolariza tarifas y condena a millones a la miseria. Detrás del show libertario, hay un modelo brutal de exclusión, saqueo y castigo.
Mientras el pueblo no llega a fin de mes, deja de comer carne, compra segundas marcas y acumula deudas en la tarjeta de crédito, la Justicia persigue a quien les dio dignidad y futuro.
Si querían competir, que lo hicieran en las urnas. Pero saben que ahí no pueden ganar. Por eso necesitan proscribir, ensuciar y encarcelar.
Este fallo infame no nos quiebra: nos une. Se convierte en una bandera común para todo el peronismo. Porque cuando atacan a una, nos atacan a todos. Y cuando el poder judicial se pone al servicio del poder económico, el pueblo responde con organización y coraje.
No nos van a doblegar. No nos vamos a arrodillar. Hoy más que nunca, todos unidos triunfaremos.
Fuerza, Cristina!!!
Mario Daniele
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