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Frente al Juzgado de Río Grande, familiares y allegados de Alexis Baciocchi se manifestaron al cumplirse tres años de su homicidio. Reclaman que se fije fecha definitiva de juicio y cuestionan que la imputada, Florencia Mansilla, continúe en libertad. “Yo estoy de acuerdo en que se defiendan las mujeres realmente vulnerables. Eso nunca estuvo en discusión”, aclaró de entrada Liliana Mabel Zeballos, madre de la víctima, pero marcó un límite tajante: “Lo que no puedo aceptar es que se utilicen esas banderas para justificar denuncias falsas, persecuciones o privilegios que terminan destruyendo la vida de una persona inocente”.

Río Grande.- A tres años del homicidio de Alexis Baciocchi, el dolor y la indignación volvieron a hacerse visibles frente al Juzgado de Río Grande. La manifestación fue encabezada por Liliana Mabel Zeballos, madre de la víctima, acompañada por familiares, allegados y la abogada querellante Sandra Arenas.

“Son tres años larguísimos, que pesan en el alma y en el cuerpo”, expresó Zeballos, al tiempo que reclamó que se confirme de manera definitiva la fecha del juicio oral. Según adelantaron desde la querella, la audiencia podría comenzar el 16 de marzo del próximo año, una expectativa que renueva la esperanza, pero que no logra disipar el profundo malestar por las demoras judiciales.

La madre de Alexis fue contundente al cuestionar el tratamiento del caso por parte del Poder Judicial. Denunció que Florencia Mansilla, imputada en la causa, continúa en libertad y que incluso habría violado en reiteradas ocasiones la prohibición de acercamiento a la familia, sin que ello derivara en consecuencias efectivas. “Nos dijeron que si incumplía iba a ir presa, pero nunca pasó nada. Siempre fue beneficiada”, sostuvo.

En su testimonio, Zeballos también planteó una crítica más amplia al funcionamiento de la justicia y al uso —según su mirada— discrecional de determinadas leyes. “Estoy de acuerdo en proteger a las mujeres realmente vulnerables, pero estoy en contra de las denuncias falsas y del escarnio público que puede destruir la vida de una persona inocente”, afirmó, reclamando una revisión profunda de los criterios judiciales y una autocrítica institucional.

Por su parte, Lidia Baciocchi relató que realizó múltiples denuncias por el incumplimiento de las restricciones impuestas a la imputada, muchas de ellas respaldadas por testigos y registros fílmicos. “La policía la identificó, los vecinos la reconocieron, pero todo quedó en la nada. Es como si existiera una justicia paralela”, lamentó.

Desde la querella, la abogada Sandra Arenas confirmó que la causa cuenta con un volumen importante de pruebas que serán debatidas en el juicio oral. También cuestionó las extensas demoras del proceso, incluida una paralización de varios meses en instancias superiores, tratándose de un delito de extrema gravedad. “Hay responsabilidades que deberán discutirse en el juicio, no solo penales sino también institucionales”, advirtió.

El reclamo de la familia Baciocchi no apunta a la venganza, sino —según remarcan— a una justicia efectiva, con una condena acorde y con medidas que garanticen la seguridad de la comunidad. “Mi hijo tiene que tener justicia”, repitió su madre, mientras el eco del pedido volvía a resonar frente a los tribunales, tres años después de un crimen que sigue esperando respuestas.

“Un feminismo mal entendido también puede destruir vidas”

Durante la manifestación, Liliana Mabel Zeballos fue especialmente crítica al referirse a lo que definió como un feminismo mal aplicado dentro del sistema judicial, al que responsabilizó —al menos en parte— por la falta de avances concretos en la causa que investiga el homicidio de su hijo.

“Yo estoy de acuerdo en que se defiendan las mujeres realmente vulnerables. Eso nunca estuvo en discusión”, aclaró de entrada, pero marcó un límite tajante: “Lo que no puedo aceptar es que se utilicen esas banderas para justificar denuncias falsas, persecuciones o privilegios que terminan destruyendo la vida de una persona inocente”.

Zeballos sostuvo que, en su experiencia, la Justicia ha adoptado una mirada sesgada, “como si tuviera un solo ojo para mirar la realidad”. En ese sentido, reclamó igualdad ante la ley y cuestionó que se parta de la presunción automática de culpabilidad cuando el denunciado es un hombre. “Todos somos seres humanos. Todos somos falibles. Los hombres también pueden ser acosados, golpeados y maltratados. Negar eso es negar la realidad”, afirmó.

Con visible dolor, la madre de Alexis advirtió sobre el impacto psicológico del hostigamiento y del escarnio público. “Nadie sabe lo que pasa por la cabeza de una persona que es acosada de manera sistemática, que es denunciada, expuesta, perseguida. Nadie está en la psique de ese hombre. Y eso también mata”, expresó, sugiriendo que estos procesos pueden empujar a desenlaces irreversibles.

Zeballos fue más allá y pidió una revisión profunda de las leyes y de la práctica judicial: “Tiene que haber una autocrítica. Hay normas que se aplican sin análisis, sin contexto, sin humanidad. Y cuando eso pasa, la justicia deja de ser justicia”. En ese marco, sostuvo que existen sectores del Poder Judicial que “temen enfrentar determinados movimientos” y que ese temor condiciona decisiones clave.

“Parece que hoy todo tiene que ser feminista: fiscales, secretarios, discursos. Pero la justicia no puede responder a una ideología, tiene que responder a los hechos”, lanzó, con dureza. Y agregó: “Ayudar a la mujer no significa justificar cualquier cosa. No significa querer hacer pasar un elefante por el ojo de una aguja”.

Finalmente, remarcó que su lucha no es contra un movimiento en sí, sino contra los abusos que —según su visión— se han cometido en su nombre. “Mi hijo creyó en las personas, vio lo bueno, confió. Y eso fue usado en su contra. Por eso hoy estoy acá. Porque Alexis tiene que tener justicia. Y porque esto tiene que servir para que nadie más pase por lo mismo”.