La lealtad no es solo una palabra. Tampoco es simplemente mostrar el escudo peronista o cantar la marcha. La lealtad es mucho más profunda: es una forma de vivir, de sentir y de construir comunidad.
Una forma de vida que se demuestra en cada instante, atendiendo las necesidades del compañero, defendiendo lo justo y sosteniendo nuestras convicciones incluso cuando el viento sopla en contra.
En tiempos donde la individualidad se impone detrás de las pantallas, donde el ego reemplaza al compromiso y la palabra perdió valor, la Lealtad vuelve a ser un acto revolucionario.
Este modelo neoliberal, impulsado por el gobierno nacional, busca precisamente eso: romper los lazos sociales, destruir la solidaridad y convertirnos en consumidores aislados, sin patria y sin destino.
Pero recordemos: el que sueña solo, solo sueña; pero si soñamos entre todos, podemos volver a ser una gran Nación
Por eso, hoy más que nunca debemos recuperar la unidad y levantar las tres banderas históricas del peronismo:
Justicia Social, Soberanía Política e Independencia Económica.
Porque están más vigentes que nunca.
Ayer fue Braden o Perón.
Hoy el dilema es el mismo, aunque los nombres hayan cambiado.
Las “relaciones carnales” con Estados Unidos y el sometimiento al FMI no generan desarrollo ni dignidad: solo dependencia.
Donald Trump vuelve a intervenir abiertamente en los asuntos internos y externos de nuestro país, y lamentablemente hoy nos gobiernan desde Washington.
Entre Trump, Scott Kenneth Bessent -secretario del Tesoro de EE.UU.- y Kristalina Georgieva desde el FMI, deciden sobre nuestra economía, nuestras políticas y nuestro destino nacional.
Mientras tanto, el pueblo pasa hambre, la clase media se desangra y la Patria es puesta de rodillas ante los intereses extranjeros.
La historia se repite: la injerencia norteamericana busca, una vez más, condicionar nuestro destino.
Pero también se repite la respuesta del pueblo argentino: resistencia, organización y esperanza.
Como aquel 17 de octubre de 1945, cuando miles se movilizaron para liberar a Perón, hoy debemos volver a las calles, levantar la voz y defender a Cristina, víctima de la misma persecución política y mediática que entonces.
Los nombres cambian, pero los intereses son los mismos.
Ayer fue la embajada; hoy son el FMI y Wall Street.
Debemos recuperar la Tercera Posición, esa mirada estratégica que nos permite negociar con el mundo sin arrodillarnos ante nadie.
Un modelo donde la Patria y la Gente sean la prioridad, y no los mercados.
No nos van a doblegar.
Ni Milei, ni el FMI, ni Estados Unidos.
Porque el pueblo argentino tiene memoria, dignidad y coraje.
Este 26 de octubre, hagámonos escuchar en las urnas.
Pongámosle un límite a este gobierno cruel, entreguista y sometido al poder extranjero.
La Patria no se vende
Mario Daniele.
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