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Lo asegura una inglesa “Las Malvinas son argentinas”

“Soy inglesa por nacimiento y nunca voy a renunciar a esa condición, me crié en esa cultura en mi hogar y no me hice ciudadana argentina, pero hay algo que no estoy para nada de acuerdo con el Reino Unido y es que las Malvinas son argentinas, hasta la geografía lo grita porque Malvinas es parte del territorio argentino e Inglaterra está a miles de kilómetros”, sostuvo Ray Evette Tussie de Schoua, inglesa de Manchester quien estuvo de visita en Río Grande.

Ray Evette Tussie de Schoua, inglesa de Manchester destaca que “las Malvinas son argentinas”.

Ray Evette Tussie de Schoua, inglesa de Manchester destaca que “las Malvinas son argentinas”.

Río Grande (Ramón Taborda Strusiat).- Ray Evette Tussie de Schoua, inglesa de Manchester, vino hace poco a pasar las fiestas con su familia en esta ciudad fueguina, oportunidad en que pudimos charlar largamente con ella sobre la historia de su familia y también tangencialmente de política, de su cosmovisión y del futuro.
Evette confió que ella no quería salir a ningún lado, “ni al Tigre ni a ningún otro lado, pero cuando mi nuera y mi hijo me invitaron a venir a Tierra del Fuego, ni lo pensé”.
A sus 91 años, Evette tiene una gran energía, una gran lucidez y un profundo amor por la vida. Nacida en Manchester, Reino Unido, en agosto de 1924, fue espectadora y protagonista de la historia argentina, sin olvidar sus raíces británicas.
Evette es miembro hace décadas, de la Comisión de Damas, que trabaja en tareas de beneficencia en el Hogar Beit Sion Dauer, de la ciudad de Buenos Aires.
Sus ojos celestes verdosos se empañan con el recuerdo de sus padres y relata: “Mi mamá vivía en Alepo (es la mayor ciudad de Siria) y mi papá en Manchester, Inglaterra, aunque él había nacido también Alepo. Mi papá volvió a Alepo a buscar novia, porque era una tradición en el Imperio Otomano de entonces; él se iba a casar con una señorita y un tío le dijo no; llevate a esta otra chica porque su mamá tiene como diez hijas, entonces casate con ella”.
Contó que “mi mamá tenía 15 años y no sabía ni abrir el gas –graficó-, no sabía nada. En ese entonces las chicas no tenían la formación que tienen ahora. Entonces se casaron y mi papá se llevó a toda la familia de mi mamá desde Alepo a Inglaterra, como luna de miel, aunque en ese tiempo no se le decía así, sino a pasear”.
“Después volvieron a Manchester donde nació una de mis hermanas, los cuatro varones y yo. Los cuatro hermanos varones se vinieron a la Argentina, pero tuvieron que volverse a Inglaterra porque acá las cosas no andaban bien con el negocio de mi padre de exportación de telas desde Inglaterra y ahí nací yo y ahora tengo 91 pirulos. Cuando yo tenía tres años, mi familia volvió a la Argentina porque andaban muy mal los negocios de mi padre”, agregó.
Evette es hija de Rafael Tussie y de Jatoune Tussie de Tussie nacida en Alepo, Siria. Eran tío y sobrina. Sus hermanos son Rosie, Sam, Albert, Joseph y Selim. “Mi papá no sabía que mi mamá era sobrina suya, hasta después de casados”, acotó.
“Vinimos a vivir en la calle San Eduardo (la actual Aranguren), de Flores, que en ese entonces era una calle de tierra. Mi hermana le protestaba a mi mamá porque decía que en Inglaterra estaba muy bien y tuvimos que venir a vivir en una calle de tierra”, relató.
Su padre Rafael puso un negocio en la calle Corrientes y Larrea, en Once con el nombre de ‘Tussie y Compañía’, “y de ahí mi familia se pasó a La Plata porque no andaban muy bien los negocios, salvo el hermano de mi papá y las hermanas con un hermano de mamá. Yo tenía 7 u 8 años y me iba al club Estudiantes de La Plata, sin ser socia, y me iba a la pileta sin saber nadar y para que no me vieran, me metía debajo del agua y así empecé a nadar sola. Así me hice hinca de Estudiantes de La Plata, aunque también era hincha del Manchester United, pero más pincharrata”, dijo.
También “a los 14 ó 15 años me hice hincha de River Plate y había carreras de natación. Las chicas de 15 años eran muy desarrolladas y yo era muy menudita, muy chiquita, todavía no me había desarrollado y no quería competir contra esas chicas corpulentas; pero el profesor me dice que ‘vos vas a nadar y vas a correr; vas a ganar porque sos la más chiquita de todas’ y efectivamente nadé mucho más rápido que ellas y gané. Me dio tanta vergüenza que me metí debajo del agua y nadé hasta la otra orilla”, recordó. Fue la primera vez que salió en los diarios.
Aún hoy con sus 91 años, sigue nadando en el pileta del edificio donde vive.
Posteriormente la familia volvió a la Capital Federal, a la calle Viamonte y Paso. “Ahí empecé a estudiar inglés puesto que había un colegio cerca. Mi mamá hablaba en inglés, pero sus hermanas se reían de ella, entonces se puso a hablar en árabe. Mi mamá además hablaba en castellano, en hebreo y en francés; era muy culta a pesar de no tener estudios. Después mi hermana Rosie, que era doce años mayor que yo, siempre me atendió, me vestía, me peinaba y me hacía los vestidos”, recordó.
Un hecho cómico, el Registro Civil argentino a su madre Jatoune le pusieron Catalina, fonéticamente muy distinto. “Después nos mudamos a Vicente López porque había fallecido uno de mis hermanos y una tía nos alquiló una casa ahí, en la calle Laprida y Monasterio. Era una casa preciosa, muy linda. De ahí, mis hermanos se iban a trabajar a Once todos los días al negocio de papá”.
“Mis hermanos dejaron de hacer a trabajar a mi papá porque ellos tenían 14 y 15 años cada uno, se fueron del colegio cuando iban en segundo y tercer año para trabajar en el negocio, que prosperó mucho; vendían a las tapicerías, imprimían tarjetas de secante y las mandaban a todas las tapicerías con el nombre de Rafael Tussie e Hijos para venderles artículos e tapicería y así progresaron mucho, levantaron el negocio, lo hicieron muy próspero”, relató.

Se forma la familia Schoua – Tussie

Evette recordó que “a mi marido lo conocí en el casamiento de un hermano de él –en el Alvear Palace Hotel; nosotros ya conocíamos a la familia de la novia. Ahí mi (futuro) marido me conoció y como yo iba al Club Gimnasia, él después me iba a buscar y me decía: ‘la llevo hasta su casa’, y me llevaba a mi casa, a Vicente López, me dejaba en la puerta, me daba la mano y me decía: ‘Buenas tardes, que le vaya bien’. Así fue durante cuatro años”.
La coincidencia ocurrió en Mar del Plata, donde la familia Schoua y la de Evette fueron a pasar un tiempo alquilando, “y entonces él (Rafael Schoua) me venía a buscar para ir a un baile, pero nunca me decía nada y un día me dice: ‘Qué linda vista’ y le respondo: ‘si, la del mar’ y me dice: ‘No. Usted’ porque no me tuteaba, ‘ah bueno, gracias’ le dije. Pero ni un besito me dio. Y así empezó, me sacaba a bailar e íbamos con toda una barra, pero ninguno de mis amigos me sacaba a bailar porque sólo él lo hacía. Entonces, nadie me podía tocar. Cuando me conoció yo tenía 18 años y me casé a los 22”, comentó.
Evette se casó con Rafael (Rafule) Schoua en septiembre de 1947 en Buenos Aires. Rafael nació en Buenos Aires en 1921 y falleció en agosto de 2011, a los 90 años de edad. Era hijo de Moisés Schoua, nacido en Damasco, Siria y de Hanna Levy, nacida en Gibraltar. Tuvieron dos hijos, Enrique ‘Quique’ y Ana Mabel Schoua. Tuvieron cuatro nietas y tres bisnietos. “Me comprometí y me casé en el lugar que nos conocimos: en el Alvear Palace Hotel”, memoró.
Siempre fiel a las actividades físicas, Evette se hizo socia del Club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires. “Después me hice socia del Club San Fernando donde remaba, me gustaba sacar un bote con mi esposo porque me gustaba mucho el remo, íbamos a las islas con los amigos. También jugaba al tenis, hacíamos asado y tomábamos el te. Después nos quedábamos al baile del Club San Fernando. También íbamos a Olivos al ‘Rancho’ a bailar a la noche, que también era un restaurante”.
Una vez casada se fue a vivir a la casa de su esposo, “era una casa muy linda, muy fastuosa, muy lujosa y muy elegante, pero yo extrañaba mucho Vicente López porque andaba en bicicleta todos los días, iba a hacer las compras, y en Flores, en la calle Rivadavia, yo no me podía mover”, recordó.
Al año de casada, nació su hijo Enrique ‘Quique’ Schoua, en 1948. “Nació en el Sanatorio Otamendi, después puse una niñera francesa para que lo guiara”, recordó.
Evette puso un negocio en Flores, donde empezó a fabricar vestidos de fiesta, de 15 años y “después empecé a confeccionar enaguas de armar para los vestidos”. Actualmente sigue fabricando estas enaguas para los vestidos de 15 años, ayudada por una empleada que se llama Fabiola, que trabaja con Evette desde hace nueve años. “Ella se puso al frente de mi fábrica y vendemos enaguas al por mayor en Once”, comentó la entrevistada, si bien más que fábrica en realidad es un modesto emprendimiento.
Después la casa se hizo se hizo un salón de fiestas “porque era una casa muy grande y mis cuñados habían perdido toda la plata de mi suegro en malos negocios, eso fue en 1968. En la casa entraban 250 personas.

“El secreto del progreso es el trabajo”

Evette compartió que “el secreto del progreso es el trabajo. Tuve que trabajar mucho, mi marido, si bien era muy trabajador, no sabía cobrar y regalaba todo. Hacía de todo porque era muy inteligente, cuando arreglaba algo, solo cobrara diez pesos y yo cuando iba a cobrar decía que era veinte, no era nada comerciante”.
Su esposo Rafael tenía un taller de reparaciones, pero era muy ingenioso y fabricaba aparatos de acuerdo a la necesidad del cliente. “Reparaba de todo, incluso máquinas de coser y muchas veces no cobraba nada. Así era mi esposo”.
Agregó que “cuando nos quedamos sin dinero, yo trabajaba en un zaguán para que mis hijos vayan a estudiar, nada se consigue sin esfuerzo. Mi hijo se hizo ingeniero industrial, aunque eso fue su mérito más que mi colaboración, porque ‘Quique’ es muy estudioso y mi hija se recibió de médica”.

Sangre radical

Recordó que su esposo tenía una pasión y era la política. Enrolado en la Unión Cívica Radical militaba para Ricardo Balbín, “sin ningún beneficio económico. Durante 60 años seguidos asistió al comité sin faltar nunca, iba a todas las sesiones del Congreso.
Durante la Revolución Libertadora “pasó frente a mi casa un camión con radicales antiperonistas, entonces me subí al camión, me fui con ellos, sin importarme nada y no se si yo gritaba consignas. El que manejaba el camión era Tulio Di Stéfano, hermano de Alfredo, el jugador de fútbol que se radicó en España, quien falleció hace un par de años”.
“Yo iba con mis padres al Comité Radical en la Quinta Circunscripción, en la zona de Flores, cuyo presidente era ‘Coco’ Díaz. Los integrantes de ese comité fueron durante sesenta años hasta que el edificio se vino abajo y en toda la historia de esta casa radical solo una vez llegó un consejero comunal. Fui muy amiga de Felipe Figueredo, quien murió hace un mes y en su momento fue el único que llegó a algo, porque nosotros no aspirábamos a ningún cargo, sino que vivíamos la política como una herramienta para mejorar las cosas”.

“Las Malvinas son argentinas”

“Soy inglesa por nacimiento y nunca voy a renunciar a esa condición, me crié en esa cultura en mi hogar y no me hice ciudadana argentina, pero hay algo que no estoy para nada de acuerdo con el Reino Unido y es que las Malvinas son argentinas, hasta la geografía lo grita porque Malvinas es parte del territorio argentino e Inglaterra está a miles de kilómetros”, sostuvo Evette, quien siempre soñó con ir a su país natal “pero nunca pude por cuestiones económicas”, confió.

Todos los tiempos se unen

Al escuchar a Evette, se nos parece que todos los tiempos de la geografía humana, la historia de los hombres y Dios, se entrelazan y ponen a la Argentina y a Tierra del Fuego en un plano único en el tiempo y en el espacio.
Desde su religión judía, confió que el momento más duro “fue durante la Segunda Guerra Mundial, todos teníamos temor de que Hitler gane la guerra y sabíamos el destino que nos tocaría”.
Agregó: “Nosotros no decíamos que éramos judíos por esa razón, pero manteníamos la observancia de la religión. Nosotros nos reuníamos en mi casa de la calle Rivadavia en Flores, los días viernes, que vendría a ser como los domingos de los católicos. Nos reuníamos con mis cuñados y gente de la colectividad porque teníamos una casa muy grande y nos preparábamos para el Shabat (de ahí proviene la palabra sábado para definir a este día de la semana) y después los sábados al mediodía también venían todos mis cuñados y todos los hijos a almorzar a casa; éramos como veinte personas. Mis suegros tenían cuatro empleados que se encargaban de atender el negocio ese día y mi suegro era el encargado del rezo”.
En este punto recordó que “nosotros no entendíamos nada porque se rezaba en hebreo y entonces mi mamá agarraba el libro de rezo y lo rezaba en inglés. Por ejemplo, en el templo de la calle Lavalle y Paso, venía la empleada y le decía a mi mamá, siéntese señora. Y mi mamá le decía que no podía hacerlo porque estaba rezando y le mostraba el libro de rezo. Era la única mujer que rezaba porque en un templo judío (sinagoga) están las mujeres arriba sentadas y los hombres abajo porque las mujeres con los hombres no se podían mezclar en el templo”, contó.

Voladuras de la Embajada de Israel y la AMIA

Un momento muy triste para la colectividad hebrea en la Argentina. “Fue un repudio hacia los judíos por parte de los árabes. Me sentí muy mal, prácticamente no salíamos a la calle, fueron tiempos terribles y dolorosos. También pasó con Cromagnon, aunque no fue una bomba, pero en lo personal me afectó mucho, porque era parte nuestra, cómo un chico pudo con dos bengalas provocar tantos muertos y está mi repudio contra el dueño que no les abrió la puerta para salir”.
En Cromagnon murió un allegado de la familia. “Teníamos un amigo que se fue a vivir a Israel, se había casado con una chica católica. Pero durante la primera guerra en Irak y ante la amenaza de una guerra química contra Israel, se volvieron a la Argentina, más por temor que les pase algo a sus hijos, pero desafortunadamente el mayor de ellos murió en Cromagnon. Fue terrible, porque logró salir de este local bailable aparentemente indemne, pero murió en el colectivo a causa de los gases tóxicos que había aspirado y la familia no lo encontraba por ningún lado porque los servicios de emergencia no relacionaban su muerte con Cromagnon”, lamentó Evette.

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